viernes, 1 de junio de 2012

EL TORNADO, LA HISTORIA Y YO. Por el profesor de Historia de 2° y 3° Eduardo Baiguera


Todos padecimos en mayor o menor medida el trágico temporal, tornado o tormenta fuerte, o como los meteorólogos se pongan de acuerdo en llamarlo, del pasado 4 de abril. Así que no me detendré en la cantidad de daños e inconvenientes que el mismo dejó, e iré directamente a contarles lo que personalmente viví, para que entiendan el significado de este título.

Luego de varias horas y días sin servicio eléctrico (vivo cerca del centro de Morón) los ánimos de mi hogar habían decaído, junto con la nueva adaptación horaria, la putrefacción de los alimentos, el peligro de la inseguridad y otras incomodidades propias de la situación. Lo único que podía hacer aparte de esperar, era por la noche escuchar radio, único medio que me conectaba con lo que sucedía más allá de mi barrio. Y ahí fue que justo escuche una entrevista que le estaban realizando al intendente de Morón, Lucas Ghi, en donde aseguraba que se estaba trabajando para limpiar las calles y las veredas de los resabios del temporal; para que Edenor se encargase de restituir la energía en las próximas horas.

Además, comento al pasar, que estaba desde el día de la tormenta en el centro de emergencias de la avenida Irigoyen. Da la casualidad que vivo muy cerca de allí, así que el viernes 6 por la mañana me dirigí al lugar para encontrar algunas respuestas y si era posible al intendente en persona, para trasladarle la preocupación de lo que sucedía en mi barrio (más de treinta manzanas sin luz). El jefe comunal no se encontraba pero si pude hablar con un conocido, funcionario del municipio, que me confirmo que se estaba trabajando contra reloj y que seguramente en el día volvería la luz (cosa que no ocurrió). Al otro día, sábado 7, por la tarde me entero que un grupo de vecinos se habían autoconvocado para cortar el tránsito, más precisamente una de las manos del puente que cruza las vías del ferrocarril, en forma de protesta al igual de lo que había ocurrido en otros lugares. Un fervor juvenil recorrió mis venas. Me acordé del concepto de ciudadanía activa que explico a mis alumnos en las clases del colegio, y sumado al malestar por la situación (iban tres días sin suministro y sin respuestas) que estábamos viviendo, agotada mi paciencia me dirigí al lugar de la protesta.

Al llegar pude observar a no más de 30 personas, mujeres, niños y hombres, que efectivamente realizaban el corte y protestaban pacíficamente. Debo aclarar que no estoy del todo de acuerdo con esta forma de reclamo, ya que también genera complicaciones para los demás. Pero lo que me condujo a efectuarla fueron varias razones. A saber: ejercer mi derecho de protestar y exigir a las autoridades que actúen. El corte no afectaba demasiado el tráfico, pero lo que me gustó fueque fuimos escuchados. Luego de 40 o 50 minutos de manifestación llegó el persona, de defensa civil, municipal y hasta el mismísimo comisario. Todos de muy buen modo nos pidieron que levantemos el corte, prometiéndonos que en las próximas horas volvería la luz al barrio. Improvisamos una mini-asamblea entre los manifestantes para analizar el curso de la acción y decidimos aceptar lo solicitado, pero sin antes irnos con la promesa de que si la situación al otro día continuaba, nos volveríamos a encontrar a la misma hora para reanudar la protesta de igual forma. De manera que levantamos el corte y cada vecino se fue para la casa.

Por suerte, gracias a Dios, a la una de la madrugada del domingo 8 volvió el suministro eléctrico junto con la felicidad a mi familia. Pero lo más emocionante de todo este relato queridos lectores, es que al igual que los vecinos de aquel 25 de mayo de 1810 o los obreros del 17 de octubre de 1945 en la Plaza de Mayo, me sentí aunque sea por unos minutos PROTAGONISTA DE LA HISTORIA.

Eduardo Baiguera